Las quemaduras de primer grado son aquellas que afectan a la capa exterior de la piel. Son quemaduras que causan dolor, la zona se enrojece, se seca y se pela y, en principio, no aparecen ampollas. Es la que podría darse por efecto de sol, por ejemplo. El daño en los tejidos no es permanente aunque todo dependerá de la superficie de piel que se haya visto afectada.

El tratamiento de las quemaduras de primer grado lo deberá determinar un médico ya que puede depender de factores como la zona que haya sido afectada, la cantidad de piel dañada, el motivo por el cual se haya producido... Por lo habitual, son quemaduras leves que se curan solas en pocos días, aunque dependerá de su gravedad. Incluso es posible realizar algún tratamiento casero de quemaduras de primer grado para aliviar y calmar los síntomas, como pueda ser la aplicación de frío con agua, por ejemplo.
Cuándo aparecen las quemaduras de primer grado
Las quemaduras de primer grado por el sol suelen ser frecuentes, sobre todo en verano cuando la gente se expone durante más horas y la incidencia de los rayos es más acusada. Si falta protección durante el bronceado, se corre el riesgo de sufrir quemaduras de primer grado en la cara, en los hombros o en los brazos, principalmente, aunque en realidad pueden afectar a toda la piel que esté expuesta la radiación ultravioleta.
Cuando la exposición al sol se hace sin protección o durante demasiado rato, es cuando aparecen los primeros signos de las quemaduras de primer grado; esto puede suceder a las horas o incluso al día siguiente, también puede ser inmediato. La piel se pone roja, duele al tacto, está caliente. El dolor se incrementa hasta transcurridas 48 horas, incluso llegando a aparecer ampollas si se trata de una quemadura grave. El proceso concluye cuando la piel se descama y se pela. Son síntomas temporales pero la piel recibe un daño que es permanente y a largo plazo repercutirá negativamente en su salud.
Por lo general, este tipo de quemaduras se dan cuando el grado de exposición solar es superior a la capacidad que tiene la melanina de proteger la piel del cuerpo. Por ejemplo, en personas que la tengan muy clara puede suceder pasados 15 minutos, y una persona con la piel oscura puede estar más horas bajo el sol sin quemarse. Niños, bebés, gente rubia y de piel clara son más propensos a verse afectados por la radiación solar, cuya intendencia más peligrosa es entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde.
Cómo actuar frente a una quemadura de primer grado
Existen primeros auxilios para quemaduras de primer grado que se pueden hacer en casa cuando se está frente a una quemadura leve. Se recomienda refrescar la zona (no con agua muy fría tampoco) y poner compresas húmedas. Si el dolor persiste se puede tomar algún tipo de medicamento como ibuprofeno o el que el médico prescriba. Es importante, asimismo, rehidratar la piel pero no se puede aplicar cualquier crema en la zona quemada. El aloe vera, por ejemplo, es muy adecuado para poder aplicar sobre quemaduras, reducir la inflamación y aliviar el escozor, gracias a sus propiedades astringentes y analgésicas que ayudan a regenerar la zona. Si se tiene una planta en casa, bastará con cortar un trozo de una de las hojas y aplicar el gel que sale de su interior en la quemadura. También existen en el mercado productos de aloe vera natural que viene muy bien tener en casa para este tipo de incidentes.
Para evitar roces involuntarios que puedan hacer incrementar el dolor, se puede cubrir la quemadura con una venda limpia y esterilizada que no apriete ni esté tensa sobre la zona afectada. Si, por ejemplo, se trata de manos o pies, cada dedo deberá separarse y vendarse de manera individual. Pasadas 48 horas desde que se ha producido la quemadura los síntomas deberían ir disminuyendo, si esto no es así y persisten o aumentan, con aparición de fiebre o ampollas, se deberá acudir de inmediato a un centro médico.
No obstante, y a pesar de saber tratar estas quemaduras de primer grado en el momento en el que suceden y cuando no agravan su estado, lo principal sigue siendo apostar por la prevención; es decir, evitar estar bajo el sol en las horas más peligrosas, hacerlo siempre con la protección adecuada para cada tipo de piel, ponerse poco tiempo sobre todo cuando todavía se trata de las primeras exposiciones, y cuando sea éste el caso, utilizar una crema protectora de factor alto, entre 30 y 60, pudiendo ir bajando la protección según la piel vaya cogiendo color. Los bebés y niños deben ponerse protección total especial para ellos.